11 ene 2014

Educa, no pegues.

Hay situaciones que se me escapan. El otro día estaba en la peluquería de mi amigo Rober y cuando  entró una familia al completo: un papá, una mamá y sus dos hijos. El mayor rondaría los siete y el pequeño los cuatro. Tras un momento, la madre se fue a comprar diciendo que "los niños ya estaban amenazados si se portaban mal". ¿Amenazados con qué? pensé yo mientras ojeaba una revista. Mientras me lavaban la cabeza, Sofie se despertó de la siesta. No le gusta que me toquen, ve con pánico que se me acerquen con una tijera aunque conozca a mi amigo. Mi madre la cogió y mientra la abrigaba para llevársela a la calle el pequeño preguntó que por qué lloraba. Le parecía raro que se pusiera así porque el peluquero no te hace daño. Cuando ya se fueron, de repente dijo "Qué niña más tonta". Lo que obtuvo por respuesta fue un bofetón de su padre, un zarandeo y un castigo en un rincón con un "Ni te muevas, ni hables ni nada. Te lo has ganado".¿Costaba tanto decirle que no es tonta sino pequeña, que él también ha llorado por cosas parecidas cuando tenía su edad o similar? ¿Por qué ese padre recurrió a la fuerza? ¿Qué quiere enseñar con ese gesto? Fue una respuesta totalmente desorbitada e injustificada. Algo que me puso los pelos de punta, me hizo sentir incómoda y canalicé con una mirada de reproche hacia el padre mientras me mordìa la lengua y tamborileaba mis dedos sobre las rodillas para contenerme.


No debemos dejar que el estrés, el ritmo de vida que llevamos o ideas erróneas sobre cómo educar a nuestros hijos desemboquen en situaciones como ésta. Luego pretendemos enseñar a que no se pega a los demás pero... si sus padres son los primeros en sacar la mano a pasear, ¿qué modelo de referencia estamos ofreciendo?






En alguna ocasión hemos tenido que escuchar que con el carácter fuerte de Sofie en algún momento tendremos que darle un azote. ¿En qué piensa la gente? Y si ni su padre ni su madre lo hacemos, nadie tiene permiso para ello. No es planteable ni discutible. No creemos que ese sea el camino para educar a nuestra hija. Hay otras herramientas disponibles (límites y normas razonables, diálogo, negociación) antes que vulnerar su integridad física (azotes, pellizcos, zarandeos, capones...) y psicológica (amenazas, quitales la comida, no hablarles durante horas, asustarles, encerrarles o ridiculizarles). Estamos convencidos de que los castigos físicos y humillantes no ayudan a los niños a reflexionar o conocer el origen del problema. Además, provocan en ellos rabia, tristeza, temor, estrés, miedo y sentimientos de poca valía y baja autoestima.

¡Recuerda! El amor nunca elige a la violencia como compañera de viaje

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